Dice Pío Moa en este artículo que “el problema real consiste en la colaboración del gobierno con los terroristas.” Esta colaboración se basa en “la afinidad ideológica entre la oposición antifranquista y la ETA.” En estas condiciones, “no es lo mismo detener a los asesinos para que cumplan sus condenas que para ponerlos pronto en libertad como héroes del pueblo.”
Toda está pactado ya entre el Gobierno socialista (y el PNV, sin cuyo apoyo Zapatero no estaría en estos momentos gobernando) y la organización terrorista. Desde que el pasado lunes hizo su presentación pública la nueva marca etarra y hasta la legalización de ésta asistimos al despliegue de una cortina de humo (tóxico) protagonizada por los medios de comunicación afines a está maniobra, que son la mayoría. España, como de costumbre, sólo quiere quitarse de encima este problema, al precio que sea y con las habituales actitudes cortoplacistas al estilo celtibérico. En realidad a una mayoría suficiente de españoles le resulta indiferente el precio político que se va a pagar por este enjuegue, por la sencilla razón de que a demasiada gente de este país la democracia se la suda, igual que la libertad y la unidad de la nación. No digamos ya lo que les importa el que una parte de España, el País Vasco, continúe sometida al totalitarismo nacionalista.
“En definitiva –termina Moa-, PSOE y ETA son, entre otras muchas cosas, organizaciones socialistas, antifranquistas y opuestas o indiferentes a la nación española ("concepto discutido y discutible", según el PSOE). Esas coincidencias siempre constituirán una base amplia para la colaboración, tome esta unos rasgos u otros.”
