Los ciudadanos del País Vasco siempre debemos contar con la obligación de pagarle alguna mordida al nacionalismo y da lo mismo que gobierne el PNV que el PSOE, Ibarretxe que López. Con el primero tuvimos que compartir las urnas con los totalitarios proetarras, que entonces, si no recuerdo mal, se llamaban ANV. Con el segundo, cuando se nos pase el mareo mediático al que nos somete estos días el Gobierno socialista, deberemos ir a votar cogidos de la mano de Bildu. Obviamente, también podemos no ejercer nuestro derecho al voto, como haré yo, incluso aunque se produzca un milagro, es decir, que las encuestas le recomienden a Zapatero que mejor los ilegalice, que también podría ser: no hay que perder la fe en los sondeos demoscópicos.
Pero esta, digamos, es la mayor. Hay muchas otras mordidas, sobre todo sicológicas. De hecho la vida del ciudadano vasco es una mordida permanente. El lehendakari López, que siempre ha vendido la idea, con el entusiasta apoyo del señor Basagoiti y su PP, de que iba a terminar con la hegemonía nacionalista, en realidad no está haciendo más que apuntalar y darle alas a los hijos de Sabino, esos demócratas. López no es capaz ni de ponerle subtítulos en español a las películas y series en lengua vasca que emiten sus (por ahora) televisiones. Lo cual que el partido de la Champions de mañana entre el Madrid y el Barça nos lo van a dar en vasco. Así que los euskaldunes y los euskaldunberris, ese 20 o 30 por ciento de la ciudadanía, están de enhorabuena y cabe, por tanto, felicitarles. El resto ya saben: ajo y agua.
