miércoles, 8 de febrero de 2012

Y dale con el Guernica

 
Prosiguen Anasagasti y compañía erre que erre con traerse el Guernica de Picasso a la localidad vizcaína del mismo nombre. Habría que recordar que, con anterioridad al bombardeo de la ciudad de Guernica, el gobierno de la República decidió encargar a Picasso una obra, que recordara la causa republicana en la guerra civil, con destino al pabellón español de la Exposición Universal de París de 1937. Trayendo el cuadro a las Vascongadas se desvirtuaría su finalidad original de servir a la causa republicana para ser sustituida por un alegato nacionalista. Doctores tiene la santa causa que se ocuparían de ello.

Contra lo que pudiera pensarse no se trata, además, de provincianismo puro y duro, sino que detrás, como es habitual entre nacionalistas, hay afán mercantil.  Dudo mucho que, de consumarse el tránsito, pudiera verse el puzle picasiano sin pasar previamente por taquilla. La experiencia del Guggenheim –el museo más caro de España- así lo demuestra.

Por si ello fuera poco, el Guernica no es sólo el Guernica sino, sobre todo, las docenas de bocetos y pequeñas composiciones que ejecutó el artista como preparativos y colofones para su mitificada obra. En lo que a mí respecta podían traerse éstos y dejar el megaposter donde está. Pero claro, no es lo mismo. El público, la taquilla, la provincia, no ama lo pequeño sino lo grande, lo grandilocuente, lo épico.

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