miércoles, 26 de enero de 2011

Berlusconi y sus putitas


Confieso que el asunto de Berlusconi y sus putitas me engancha más cada día que pasa. Qué hermoso ejercicio de hipocresía el de una gran parte de la sociedad italiana, tan católica ella. Qué impotencia tan comprensible la de la izquierda, demasiado ocupada de disfrutar de su riqueza como para ocuparse de asunto tan nimio como la vida sexual de su primer ministro. Qué filigranas retóricas las de la Iglesia y su máximo representante para decir y no decir, condenar y no condenar, apuntar y no disparar.
El sacerdote Filippo di Giacomo, según cuenta este artículo, piensa que la clave es el dinero. "Cuando Veltroni reapareció el otro día en el Lingotto, hoy centro de congresos y un día la primera fábrica de FIAT, en las primeras filas estaban sentados algunos de los personajes más ricos de Italia, todos ellos recién llegados de sus villas en el Caribe, Malindi (Kenia) o Thailandia. Esa es hoy la izquierda italiana, una especie de nouvelle cuisine, nada en el plato y todo en la cuenta. El más pobre tiene siete casas. Los mileuristas no fueron invitados al discurso, estaban en el guardarropa cuidando de los abrigos de piel. Y los obreros tampoco porque estaban renunciando a sus derechos adquiridos para poder seguir trabajando en la FIAT".
Y qué decir de esos padres que animan a sus “niñas” a que se esmeren y sean complacientes con don Silvio.
Y de ese sistema que permite al propietario de buena parte de las cadenas de televisión ser a la vez primer ministro.
Sin embargo confieso también que este fauno setentón me decepciona cuando miente, cuando lo niega todo, cuando pretende maquillar su lubricidad con un paternalismo monetario y caritativo hacia sus pobres y necesitadas pupilas. Pero es que el hombre ya está mayor. No puede dar la batalla en todos los frentes. Hay que comprenderlo.

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