jueves, 9 de diciembre de 2010

España no es Europa

“Casualmente intervenimos en Europa, y fugazmente la dominamos en parte, montados por puro azar en el carro cesáreo de un forastero, Carlos V; pero todo quedó en agua de borrajas.”
España no es Europa, no lo ha sido nunca –como tampoco lo han sido Turquía y Rusia. Europa es una complicada mezcla de las sucesivas aportaciones de Grecia, Roma, el cristianismo, el Renacimiento, la Reforma y la Revolución Francesa. Y España, de Grecia, tiene muy poco: un leve reflejo en el litoral levantino. De Roma, los rastros de una organización administrativa y jurídica, con cierta tradición arquitectónica. Del cristianismo, sólo su parte negra, sangrienta y combativa, la que hizo decir a Chateaubriand que los españoles son “des arabes chrétiens”. Del Renacimiento, fórmulas literarias y decorativas: palacios desvencijados, fachadas risueñas, plazas monumentales en tierras pobres, el endecasílabo –que trajo Boscán y pulió Garcilaso-, el neoplatonismo injertado por Fray Luis de León, etc.: un barniz nada esencial. De la Reforma, casi ni rastro. De la revolución del 89, otro barniz intelectual y político, más fino y frágil que un polvillo. Y, en cambio, lleva en la sangre una mezcla de savia mora, judía y visigoda que hace inviable cualquier corriente de europeismo.

Gaziel, Meditaciones en el desierto (1.946-1.953)

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