No se paran en barras, ni en estrellas. Los Estados Unidos han desplegado toda su artillería política para que en España se legisle y se persiga la piratería de las descargas en Internet. El proceso lo cuenta con pelos y señales los papeles filtrados por WikiLeaks. Los sucesivos embajadores useños en Madrid han desplegado un intenso trabajo entre la casta política española -desde el presidente de Gobierno, varios de sus ministros, el propio líder de la Oposición, sin descartar a CIU y PNV-, para imponer sus criterios sobre la regulación de Internet. El Gobierno de Zapatero ha estado con la lengua fuera para intentar satisfacer a los norteamericanos, tanto en este tema como en otros muchos (vuelos de la Cía, Guantánamo, caso Couso, etc.), según se va sabiendo estos días. Algún gestito de cara a la galería, como la sentada del Presidente al paso de la bandera norteamericana, y una retahíla de sumisiones entre bambalinas. Zapatero ha hecho de la mentira, la propaganda y el doble lenguaje el estandarte de su Gobierno, pero, eso sí, no ha puesto los pies encima de la mesa, como hizo Aznar. Zapatero se sienta muy modosito y formal en la poltrona pero son los americanos los que le han puesto las botas entre las cejas.
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El Cablegate ha puesto de manifiesto la imperiosa necesidad de controlar Internet por parte de los mandamases. Declaraciones de Julian Assange.
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